domingo, 19 de febrero de 2017

Un poema de Julieta Valero

©  Francesca Woodman













Domingo. Resaca. El libre albedrío





Asumirse como océano donde pueden acontecer grandes olas 
y bancos de peces en realidad muy solitarios. 
El verde más sobrenatural lo perderá todo porque en definitiva el Sol es quien manda. 


El ejercicio de la libertad no existe pero habrá que disimular 
—un hallazgo que a menudo sucede en la compra, en el baño—. 
Lo posible es entonces manejar el volumen o tiempo que convienen la exposición, el.esponjado, la séptima dermis. 
La resaca, por ejemplo, desviste la conciencia 
y acontecen cosas así: 


Desde mi ventana el vuelo del primer polen permite anticipar abril 
y germino en la falda o infelicidad de esa mujer que carga niña, periódico, domingo. 
Luego subo al tren que toda calle propone hacia el pasado 
y concluyo que la desgracia fue siempre el descrédito del amor 
tras lo cual queda el paso a la ternura, el resfriado, la finitud con su ausencia de liguero 
Si no se aguanta la intensidad tres recados aseguran la poda de una vida. 
Mucho más estimulante que el cuero, la cópula visible o anidar en la secretaria es saberse mortal y pretender compañía 
Por mi parte prefiero negociar con la luz y recomiendo la elegancia como férula y techo. 
Pero hay mil maneras de ponerle la letra a este crimen. 
En algunas latitudes se limitan a bailar. 






















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