jueves, 20 de abril de 2017

poemas de Olvido García Valdés

 Zemlyá (1930) by Aleksandr Dovzhenko










III. Instancias subjuntivas



*
Transmuta en campos y hermosura
lo que no se expresa, mira
las mieses, nota el viento, siente
la luz, respira la médula
del mundo, rehaz lo podre
en enjambre y avanza, escucha
su zumbido, toma miel. Di
nombres compañeros, invoca
compañeras. No cejes. Girasoles
y cuervos velan tu corazón. Ablanda
el entrecejo, nutre lo magro. Dispón
vigas de cedro y tablazones
de haya, apacienta entre lirios, mas no olvides
que ira hay en la sabiduría, resplandor
de candela. Llama, di
al viento: ven viento, limpia
esos cielos. Reposa en él los ojos.


*
como el día sale de la noche,
la despierta su sangre cuando el tiempo
se despierta a sí mismo: oh, tierra amada
cabeza, dice, te beso y no busco
tu boca porque ahora está en todas partes,
como sombras
los olivos salen en el alba


*
lo espera tras la puerta, el pelo
corto, a oscuras, brazos
del cuerpo separados, aguarda
su llegada tras el cristal y corre
hacia la puerta cuando lo ve venir,
quieta espera a que la abra, casi
le asusta, era broma, dice,
hace un tiempo que no evita esos gestos,
se desliza como huyen las letras, mira
con allanada expresión pero percibe
cómo se escapa, querría
poder hundir el rostro en él

¿somos formas cerradas o vivimos
sueltos e intentan
los ojos sujetarse? ¿somos presos
atados a estos hilos? el delantal
bordado de arabescos y flores
lo sostiene (hundir el rostro 
en él), luego él intenta sostenerla,
abrazarla mientras se desliza


*
El mundo ya no habla. Como pueblos
de abandonadas minas, la memoria; como chabolas
próximas a cercas. Forman red
los olivos y circula
el tractor entre ellos. Hace falta
dulzura para ser. ¿Se desatan
los nudos? Todo es ahora plano,
tiene blandos los ojos y manchas
en la piel. Hay muertos diminutos,
una escala de ángeles que alertan
al durmiente, y el pozo, las arcadas,
los jazmines. Duele de no sentir.

El alma es por la muerte y de la muerte,
pequeño ser que oficia
desde la imprecación. La parca
del pasado lo advertía: cuerpo,
aquí comienza
otro ciclo, eres tú y eres nada.

Afectos de la memoria, húmedo
verde limón, azuladas
hortensias. Y la oscura figura:
la mano de los anillos y la mano
quemada son ya la misma mano, arenques 
con su luz. ¿Cómo arraiga el olivo? Quieto
fulgor, mira la arena negra.



















*











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