Le Sacre Du Printemps, Pina Bausch
Dice, manda
decir, La Dama, salgo y entro de la región de muerte caigo de la noche me precipito a
tierra sobre Las Habitantes que duermen o deambulan o salen de potrancas en
vuelo bajo tormenta bajo penumbra fuman con lánguidas pestañas hacia
arriba lentísimas ascienden polvo de estrellas de allá donde provengo el rayo
que fornico como un signo sagrado destructor cuando los animales se esconden de
la violencia del contraste entre la tierra debajo y cielos quebrados en los cristales
rotos, Quién llama, Soy, todas las formas del agua la fuerza del agua la
rueda completa de la furia a la piel quieta de una laguna charco la levedad de
las nubes la invisibilidad del aire en algunos sitios claros bordes limpios
como un destello sobre el puñal en la tierra que traza una vez más el Círculo,
Quién llama, Soy, gobierno en la altura del corazón del ángel, Dice, manda
decir, La Dama, Quién llama, Soy,
principio que concentra un cúmulo de nervios músculos extremidades pulsares
igual que una semilla a punto de aflojar el tallo para las hojas flor fruto la
tierra paciente sementera en la mañana eriaza o en los descansos de la rotación
anual del mito del tiempo de lo salvaje a lo quieto o toda la distancia que
recorre la luz el trueno el temblor como el que te sobresalta desde tormentas
de infancia, Dice, manda Decir, La Dama, Quién llama, Soy, los pies la planta de los pies de todas Las Habitantes
de la cabeza al tronco al sexo al mundo de la vigilia absorta en el cuajo nocturno
en altos techos de cada ciudad perdida en un mapa tatuado y vibrátil en desaparición
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