© Laura Alonso
Estilos de las catedrales
para seducir al oráculo.
Conozco los secretos.
En el pasado demoler,
en el presente dispersar,
en el futuro morir
junto a otro hombre que agoniza
bajo un arte de tubos.
Es fácil. Solo necesitas
contar hasta tres. Y
ciertos días de pestañas terráqueas
también conozco una ruta
de la piedad extendida
entre Jr. Lampa y Jr. Torrico.
Está llena de piojos sacros y pordioseros:
toxicómanos, quemados, cojos
e invidentes que nunca aprendieron
la virtud de contemplar.
Aun así hay veces que como un hurón,
un pez-cueva o un ácaro que sueña,
quisiera tener mala vista.
Pese a todo, los hombres trabajan
por la visibilidad. Se iluminan
las playas 400 m aguas adentro,
se fotografían las estrellas
que colapsaron hace más tiempo
y los sentimientos toman en los monitores
figuras de rosa o copa.
No importa la piedad,
se trata de desaparecer la penumbra
para que pasee un miembro fantasma.
Es difícil tomar aire de esa manera.
Es difícil contar hasta tres
y más difícil que dos se amen. Miro perplejo.
Como un rencor, la primavera
se va y reaparece, algunas parejas
derrotan al cáncer y la dulzura
de la hierba deja el pie tumefacto.
(más de Rafael, acá)
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