sábado, 6 de mayo de 2017

Uno de Rafael Espinosa, vía Transtierros.


© Laura Alonso





Estilos de las catedrales



No tengo que cubrirme de sangre 
para seducir al oráculo.
Conozco los secretos. 
En el pasado demoler,
en el presente dispersar,
en el futuro morir
junto a otro hombre que agoniza
bajo un arte de tubos.
Es fácil. Solo necesitas 
contar hasta tres. Y
ciertos días de pestañas terráqueas 
también conozco una ruta
de la piedad extendida 
entre Jr. Lampa y Jr. Torrico.
Está llena de piojos sacros y pordioseros:
toxicómanos, quemados, cojos
e invidentes que nunca aprendieron 
la virtud de contemplar.
Aun así hay veces que como un hurón, 
un pez-cueva o un ácaro que sueña, 
quisiera tener mala vista.
Pese a todo, los hombres trabajan
por la visibilidad. Se iluminan 
las playas 400 m aguas adentro,
se fotografían las estrellas
que colapsaron hace más tiempo
y los sentimientos toman en los monitores 
figuras de rosa o copa.
No importa la piedad, 
se trata de desaparecer la penumbra
para que pasee un miembro fantasma.
Es difícil tomar aire de esa manera.
Es difícil contar hasta tres 
y más difícil que dos se amen. Miro perplejo.
Como un rencor, la primavera
se va y reaparece, algunas parejas 
derrotan al cáncer y la dulzura
de la hierba deja el pie tumefacto.












(más de Rafael, acá)




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