lunes, 14 de marzo de 2022

fragmentos de "formas de un futuro anonimato" (videopoesía)

 







fragmentos
de
"formas de un futuro anonimato" 


textos: Laura Alonso
voz y sonido: Laura Alonso
video, ilustraciones y gráficos: Marcos Ibarra
tema musical: Angry Chair (banda: Alice in Chains) 






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domingo, 18 de abril de 2021

i- después

 

© Laura Alonso





.....................Así fueron más o menos las cosas. Después de aquella noche, en la que en realidad tuve sueños confusos que no pude ya descifrar con el primer hilo de luz cayendo sobre mi cara, después de esa noche, la convicción se hizo claridad. Todavía se oían los sonidos intermitentes, provenientes de la ruta, aunque más atenuados. Es durante la noche que la circulación de aquellos vehículos aumenta. Porque aún es así, aunque ahora formen parte, digamos, de la naturaleza. Ya no poseen el significado aterrador que tuvieron durante los primeros meses. Ahora sabemos que, como repitió el ministro aquel hace mucho tiempo -ya no se cuánto-: "las cosas son asi". Que los vehículos seguirán yendo y viniendo, provocando ese tembleque de las casas más cercanas a la carretera, el golpe de esas cortinas que se cierran todavía en un acto instintivo que ya no significa nada. Esos volúmenes negros con lucecitas azules, pesados, rodantes, con una carga que también preferimos olvidar, tan parte de la noche como lo que llevan en sus entrañas. No. No quiero volver a recordar lo que de esa actividad, vuelta destino superior, después costumbre y finalmente paisaje, se ha sabido. Nuestra complicidad por encima de todo nos ha convertido en gente silenciosa. Así fueron más o menos las cosas. Nada pudo hacerse. Nada pudimos. Nada. Hasta aquel amanecer cuajado de pesadillas de las que no podré testificar.





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martes, 2 de marzo de 2021

a propósito de la ruina, dos movimientos

 



I

La abadía de Oakwood (1809-10), Caspar David Friedrich.




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Kurchatov, en Kazajstán del Este, fotografiada por 
Nadav Kander para su serie "Dust".



  II


la oscurana hacia adelante, ese algo que, más que visión, produce ya los ruidos de un lejos, se levanta, es

minoridad del desastre > tiempo del tiempo en el campo de la médium > negro de un fuego que aún no se encendió > columnas del humo después de la gran ira >  finales narrados para decir la muerte.......................................................Y naipes.

naipes caídos.

colosal imagen resuelta con la casi brisa de los cartones posándose en el suelo: en casi llovizna de la mano recién suelta, la oscurana fue 
masacre y frío final.







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jueves, 17 de diciembre de 2020

fragmento de "Leñador" de Mike Wilson







© Laura Alonso




Tradiciones. La mayoría de las tradiciones y supersticiones que surgen del hacha suelen aludir a la hoja de esta. La más conocida es una advertencia en cuanto a la manera en que se debe portar el hacha cuando el leñador se desplaza de una faena a otra; esta tradición dicta que el leñador jamás debiera apuntar el filo hacia el firmamento, pues se considera una provocación que atrae la mala suerte. Otra tradición señala la manera apropiada de pasar un hacha entre leñadores: la entrega se debe hacer extendiendo el cabo hacia el receptor con el filo apuntando hacia el suelo (por las razones previamente señaladas). Ambas manos deben hacer contacto con la madera; el que entrega debe sujetar el hacha del hombro y no soltar hasta que el receptor se haya aferrado bien de la empuñadura. De lo contrario se tienta la mala suerte y se dice que pueden producirse tensiones anímicas entre los leñadores que participan del intercambio. Claramente los motivos antropológicos de estas tradiciones están anclados en medidas de seguridad que en alguna época, hace generaciones, pasaron al olvido vis à vis la superstición. Quizás lo ajeno de mi perspectiva me permitió ver lo que ellos no son capaces de siquiera considerar. Aun así, no me atreví a señalarles mis impresiones, estoy bastante seguro de que mis aportes a su cultura no habrían sido recibidos con tolerancia. Otra tradición destacable es el hábito obsesivo que tienen los leñadores de chocar las hojas de sus hachas cuando hay tormentas eléctricas. El objeto de este acto es hacer sonar los aceros durante el intervalo breve que se extiende entre el relámpago y su trueno correspondiente. El repique producido por las hojas al chocar es ensordecedor y, si logran sincronizar bien el impacto, es seguido por el estruendo de la tormenta y el rugido grave de los leñadores. De esto resulta una armonía perturbadora. Por mucho que insistiera en que me explicaran el significado de esta tradición curiosa, se rehusaban a darme una respuesta.












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