© Alyson Belcher
Los accidentes ocurren, no somos heroínas,
ocurren en nuestras vidas, como los choques,
los libros que nos cambian, los barrios
adonde nos mudamos y que llegamos a amar.
Tristán e Isolda es solamente una historia,
las mujeres al menos deberían distinguir
entre el amor y la muerte. Sin copa de veneno,
sin penitencia. La vaga sospecha de que el grabador
tuvo que haber captado algo de nosotras: que no solo
sonaba, sino que debió habernos escuchado
para instruir a las que vendrán:
esto fuimos, así es como intentamos amar,
y estas son las fuerzas que alinearon contra nosotras,
y estas son las fuerzas que alineamos dentro de nosotras
dentro y en nuestra contra, contra nosotras y dentro de nosotras.
(traducción de Sandra Toro, en su blog)
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