domingo, 19 de agosto de 2018

fragmento de "Maestros Antiguos" de Thomas Bernhard

© Ivan Pinkava


















[...] Esta generación actual, curiosamente, no plantea a la música las altísimas exigencias que se planteaban a la música hace sólo quince o veinte años. Eso se debe a que escuchar música se ha convertido en una trivialidad cotidiana a causa de la técnica. Oír música no es ya nada extraordinario, por todas partes se oye música, esté uno donde esté, se ve francamente obligado a oír música, en todos los cafés, en todas las consultas de médico, en todas las calles, hoy no se puede ya escapar a la música, se quiere huir de ella, pero no se puede huir de ella, esta época está totalmente rodeada de un fondo musical, ésa es la catástrofe, así Reger. En nuestra época ha irrumpido la música total, por todas partes, entre el Polo Norte y el Polo Sur hay que oírla, sea en la ciudad o en el campo, en el mar o en el desierto, así Reger. A la gente se le atiborra diariamente de música desde hace ya tanto tiempo, que hace mucho que ha perdido todo sentido para la música. Ese horror influye también, naturalmente, en los conciertos que hoy se escuchan, ya no existe lo extraordinario, porque toda la música en el mundo entero es extraordinaria, y cuando todo es extraordinario no hay, como es natural, nada que sea ya extraordinario, y resulta francamente conmovedor, así Reger, cuando todavía algunos virtuosos ridículos se esfuerzan por ser extraordinarios, ya no lo son porque no pueden serlo ya. El mundo está totalmente impregnado de música total, dijo Reger, ésa es la desgracia, en cada esquina se oye música extraordinaria y perfecta en tal medida que, en realidad, hace tiempo que hubiera habido que taparse todos los conductos auditivos para no volverse loco. Los hombres de hoy padecen, porque no tienen ya otra cosa, un consumismo musical enfermizo, así Reger, ese consumismo musical lo continuará la industria, que dirige a los hombres de hoy, hasta que haya destruido a todos los hombres; se habla tanto hoy de los desechos y de la química que lo destruyen todo, pero la música destruye todavía más que los desechos y que la química, la música es lo que, en definitiva, destruirá totalmente todas y cada una de las cosas, se lo digo yo. Primero la industria musical destruirá los conductos auditivos de los hombres, y luego, como consecuencia lógica, a los hombres mismos, ésa es la verdad, así Reger. Veo ya al hombre totalmente aniquilado por la industria musical, dijo Reger, a esas masas de víctimas de la música que poblarán en definitiva los continentes con su hedor de cadáveres musicales, mi querido Atzbacher, la industria musical tendrá un día a los hombres sobre su conciencia, tendrá al final, con la mayor probabilidad, a toda la Humanidad sobre su conciencia, no sólo la química y los desechos, se lo digo yo. La industria musical es el verdadero asesino de hombres, la industria musical es el verdadero genocida de la Humanidad que, si la industria musical continúa como hasta ahora, sólo en unos decenios no tendrá ya ninguna probabilidad, mi querido Atzbacher, así Reger irritado. La verdad es que un hombre de oído sensible no podrá ya pronto salir a la calle; si entra uno en un café, si entra en una fonda, si entra en unos almacenes, por todas partes, lo quiera o no, tiene que oír música, y si viaja en tren o vuela en avión, la música lo persigue hoy por todas partes. Esa música sin pausa es lo más brutal que la Humanidad de hoy tiene que soportar y padecer, así Reger. De la mañana a la noche se atiborra a la Humanidad de Mozart y Beethoven, de Bach y Hándel, dijo Reger, ya puede ir uno a donde quiera, que no escapará a esa tortura.




















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